Entrevista Historiadora
Margarita López Maya
HUGO PRIETO (ÚN)
FOTOS ALEJANDRO VAN SCHERMBEEK
Desde la perspectiva de la lucha hegemónica, Margarita López Maya ha seguido de cerca el modelo político que se instauró en Venezuela a partir de 1998. "El concepto de hegemonía lo utilizo desde la concepción gramsciana - una tesis sobre el poder desarrollada por el teórico marxista, Antonio Gramsci, en Italia -, el principio es que un proyecto político va ganando fuerza en la medida que sus actores van persuadiendo a la sociedad de las bondades de ese proyecto político, pero al mismo tiempo van agregando nuevos elementos y lo van modificando para ir ensanchando ese proyecto político". El atractivo que ejerce esta idea es que "permite una visión democrática del socialismo y de la izquierda en general".
El concepto de hegemonía y de bloque hegemónico resurgió con fuerza en 1989, a raíz del fracaso del socialismo del siglo XX y de sus modelos políticos autoritarios. Coincidencialmente y en los términos de Gramsci, en Venezuela estaba planteada una lucha hegemónica, "por los cauces legales y constitucionales", advierte López Maya. "Por un lado, un proyecto que viene en ascenso y que expresó el movimiento bolivariano (la democracia participativa y protagónica) y por el otro, el hegemónico en ese momento, que se venía desarrollando y seguía las directrices del pensamiento neoliberal: la reducción del Estado, la economía abierta de mercado y todas las cosas que venían asociadas con el programa de ajustes macroeconómico".
El proyecto bolivariano, valga decir, el bloque hegemónico en ascenso, tuvo aciertos políticos importantes al "ensanchar los consensos", a través del proceso constituyente y de la propia Constitución del año 99. "Ganó fuerza y legitimidad para poder regular y orientar la sociedad con ese proyecto y, por otra parte, ir debilitando el proyecto opositor, que había sido hegemónico hasta ese momento". Pero la lucha, que estaba planteada en términos constitucionales y en el juego político, comenzó a ser violada por ambos lados. Es un punto álgido a considerar, para "entender lo que nos está pasando".
¿En qué consistieron esas violaciones?
La Constitución del 99, por ejemplo, fue sometida a consulta, pero no se abrió el debate participativo para la modificación de leyes que buscaban cambiar sociedad - la Ley de Hidrocarburos, la Ley de Tierras o la Ley de Pesca, entre otras - que provocaron irritación, digamos, en los sectores de poder anteriores. Pero el Presidente actuaba en el marco legal, tenía atribuciones habilitantes. No propiamente en el espíritu de la Constitución que decía que esto era más participativo que antes. Pero no había violado la ley. En 2001 comienza la movilización opositora y de fuerzas que habían sido dejadas de lado, como el sector educativo y el sindical. Unificada, la oposición decide romper las normas y se va al golpe de Estado. Es derrotada, porque el Presidente regresa de la mano de los sectores militares y populares; lejos de aprender la lección, se intenta el paro petrolero, un paro totalmente insurreccional de la gerencia de Pdvsa. El Gobierno triunfa nuevamente, de una manera más clara. La oposición queda debilitada y decide jugar por el referéndum revocatorio, que está dentro de las leyes, pero se juega en el propio límite. En esa zona borrosa entre lo legal y lo ilegal.
¿Un límite borroso? ¿A qué se refiere?
A las guarimbas, por ejemplo, a los hechos de violencia que fueron orquestados por algunos sectores de oposición. Ahí la tensión es fuerte por regresar a la institucionalidad. Se da el referéndum revocatorio, gana el Presidente y entonces se produce la cosa ya grotesca de esa lucha, que fue cantar fraude y la oposición se retira de las elecciones legislativas de 2005. Para mí, ese hecho cierra el ciclo de esa lucha hegemónica, porque el resultado es que el 100% de la Asamblea para hacer las leyes queda en manos del movimiento bolivariano y la oposición queda invisibilizada de los espacios de deliberación y muy disminuida, porque en las elecciones regionales se perdieron espacios descentralizados.
Si esa lucha concluye en 2005, ¿qué queda en adelante?
Ya en 2004 hay sectores políticos que hablan públicamente de volver a los cauces legales. El gobierno se ha consolidado y hay que bajar la polarización, que es parte de esa lucha. Hay que tratar de abrir espacios de diálogo y de negociación y de ahí a la construcción institucional de un proyecto al que el pueblo venezolano le ha dado su apoyo, en las urnas y en la calle. Nos encontramos con que el movimiento bolivariano y más concretamente el Presidente de la República, cree que más bien hay que modificar ese proyecto, hacia un proyecto más radical, hacía la consolidación, más bien, de tendencias que se vieron durante la lucha hegemónica, tendencias a centralizar el poder en el Presidente, a centralizar el Estado y a subordinar los poderes públicos al Ejecutivo y un debilitamiento en general de las instituciones de la democracia liberal que habían quedado en la Constitución del 99.
¿Qué tienen que ver esas tendencias con la Constitución vigente?
De alguna manera, esas tendencias estaban allí. Yo sostendría que en el año 98 y 99, la alianza de fuerzas que lleva a Chávez al poder era predominantemente democrática y civil. Era muy heterogénea, pero Chávez atendía, digamos, a las demandas más difusas del mundo civil. Durante el deslave de Vargas, por ejemplo, el Presidente apoyaba al gobernador, al alcalde, bis a bis con los militares. Ahora, después del 2005 y de esa lucha, sale fortalecido el sector militar, que ha aportado fuerzas importantes para la sobrevivencia de Chávez.
Si la síntesis de esa lucha es la imposición de viejas tendencias, ¿Qué advierte como rasgo predominante? ¿Puro militarismo?
No, todavía hay sectores civiles, de la izquierda más extrema, más radical, que están allí. Realmente, es complicado describir de qué se trata el socialismo del siglo XXI. Digamos, el proyecto que Chávez anuncia, precisamente, en 2005. En las elecciones de ese año, el Presidente dijo 'si yo gano, voy al socialismo', bueno, él ganó. Claro, en ese momento, la gente no sabía lo que era el socialismo del siglo XXI. El Presidente hablaba de la emancipación, de la justicia social, de las misiones, que eran parte del socialismo y la gente decidió apoyarlo nuevamente, porque había crecimiento económico, el petróleo estaba mejor que nunca, las misiones son efectivas y 'yo estoy con la solidaridad, con la justicia social, con esas cosas', pero cuando se presentó la reforma, que era la carne más visible del socialismo del siglo XXI, pues la gente tuvo dudas y más que oponerse, decidió no ir a votar. Hubo una disminución de 3 millones de votos.
¿Si la dinámica que se imprime muestra un descenso, por qué el presidente Chávez insiste en ese proyecto?
Son opciones políticas. El Presidente cree que está haciendo una revolución. La lógica revolucionaria no discute, ni negocia. Luis Vicente León de Datanalisis, lo ha dicho alguna vez: aquí hay un sector de la población que cree que esto es una revolución. En mi opinión, hay algo de eso. El Presidente conserva legitimidad, aunque su base electoral ha disminuido. Para mí esto ya no es una lucha hegemónica, al menos como lo fue anteriormente, sino más bien la imposición de un modelo, que además fue rechazado por la población, y que está entrando por los caminos de las leyes habilitantes. Pero las encuestas le siguen diciendo al Presidente que la gente quiere que se respete la propiedad privada, que se respeten los derechos civiles y políticos, que se baje el tono. Pero él sigue con su estrategia, porque es su opción política y para eso tiene el apoyo de tres fuerzas: tiene la alianza civil militar, el aparato burocrático, dirigido por funcionarios que a su vez son dirigentes del Psuv, y conserva el apoyo de sectores populares, a través del tejido institucional que son los consejos comunales, con un fuerte componente clientelar.
Si la lucha hegemónica es cosa del pasado, ¿Qué queda de la política de alianzas con fuerza distintas al Psuv, a raíz del caso del gobernador Henri Falcón? ¿Qué diría del debate interno en el propio partido de gobierno?
Lo que predomina es la imposición de un proyecto con rasgos autoritarios. Eso trae descontento y tensiones en el chavismo. Incluso sectores que empiezan a diferenciarse. Personalidades que se van o son destituidas por no congeniar con las pautas centralistas y autoritarias. Resulta interesante que haya un grado de legitimación para esos actores. Ellos buscan abrir un espacio que creo que es absolutamente indispensable en Venezuela. Un espacio intermedio en la polarización, que no se identifique con la oposición tradicional y, de alguna manera, con personajes como Antonio Ledezma, Leopoldo López o Manuel Rosales. Pero que a su vez tienen demasiados desencuentros con el Presidente y no reconocen su liderazgo para todo, incondicional y con esa fidelidad absoluta como él lo quiere. Es un espacio muy difícil en Venezuela, aunque gente hay. Diría que una mayoría de venezolanos. Es un espacio que no tiene expresión política, pero que el chavismo disidente intenta darle. Además, está el verbo presidencial que los insulta y los llama traidores. Pero allí están.
¿No resulta elocuente la falta de debate en el Psuv?
El Psuv sigue teniendo muchos rasgos del Movimiento V República. Son aparatos construidos alrededor del carisma y el liderazgo del presidente Chávez. El debate se circunscribe a los batallones electorales; allí se informa, se adoctrina y se hacen cosas para ideologizar a las bases. Yo creo que el liderazgo del Psuv ha asumido la idea de que a Chávez no le gusta el debate, que es la personalidad única y ellos están dispuestos a aceptar eso, en vista del éxito electoral que ha tenido.
SU PERFIL
Margarita López Maya. Nueva York.
Historiadora, con Doctorado en Ciencias Sociales por la Universidad Central de Venezuela. Es autora de numerosos ensayos y publicaciones. Su libro "Del Viernes Negro al Referéndum Revocatorio" es una aproximación detallada al modelo político venezolano, al igual que su tesis doctoral "Estados Unidos en Venezuela" (1945-1948).
Actualmente es profesora titular del Cendes, en la UCV, donde realiza su labor como investigadora.
"
Realmente
es complicado describir
de qué se trata
el socialismo
del siglo XXI"
"
Lo que predomina es la imposición de un proyecto con rasgos autoritarios. Eso trae descontento
y tensiones
en el chavismo"
REGISTRO VERBAL
A ocho años del golpe de Estado de abril de 2002, ¿Qué han aprendido los actores políticos que se disputan el poder en Venezuela? "Desafortunadamente, creo que se aprendió poco", afirma la historiadora Margarita López Maya. "Sobre todo en algunos sectores de la oposición, que si bien reconocieron el error, su conducta no ha variado mucho. Ha sido algo así como que no se quiere un golpe que sirva para atornillar aún más al Presidente, pero si hubiese posibilidad de éxito, de repente, lo hacían.
Los actores que más han aprendido fueron los que menos responsabilidad tuvieron en eso, que son los partidos políticos y los sectores sociales. En realidad, el golpe de abril de 2002 se hizo en las altas esferas empresariales, en los medios de comunicación, junto con sectores militares y un sector de la alta gerencia de Pdvsa".
Los partidos políticos ganaron visibilidad, una vez que los actores involucrados en el golpe fueron derrotados. No todos recapacitaron, "aunque hubo casos emblemáticos, como el de Cisneros, que logró un diálogo con el Presidente, bajó el tono totalmente y ahora se dedica a hacer negocios".
El gobierno ha sacado su tajada. "Le ha servido para llegar donde está. El error fue tal que permitió la consolidación del Presidente más allá del proyecto de la democracia participativa". A lo que hay que añadir los errores subsiguientes, "que fortalecieron el liderazgo personalista de Chávez, quien a partir de ese punto está buscando imponer un proyecto que, como él mismo lo dijo en agosto de 2007 ante la Asamblea Nacional, fue escrito de su puño y letra".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Recuerda ser respetuoso a la hora de emitir tus apreciaciones